"Las emociones influyen y condicionan
nuestra salud y nuestra vitalidad. Las somatizaciones se deben a emociones no
canalizadas, no expresadas, que se quedan dentro de nuestro cuerpo congelando
nuestra respuesta vital. Con independencia de la herencia genética y de
factores como la edad, es importante tener en cuenta que las emociones son las
energías que nos movilizan y vitalizan. Una inadecuada gestión emocional crea
disfunciones en nuestro cuerpo y mente y puede llegar a enfermarnos. Y esto va
desde leves somatizaciones hasta enfermedades graves.
Se hace necesario que las personas
responsables de la sanidad y los técnicos sanitarios se formen en el
conocimiento de las emociones, pues no se trata solo de recetar una pastilla
que calma los síntomas, sino de llegar a las causas que han propiciado la
dolencia. Cada emoción se asocia a un órgano que a su vez libera unas hormonas.
- Una persona que está enfadada constantemente, que anticipa críticas e injusticias respondiendo con rabia culpabilizadora y vengativa, tendrá seguro problemas de estómago, ardores, digestiones difíciles y también alteraciones en el hígado. Esa persona utiliza en exceso la rabia de la reacción y por defecto la tristeza reflexiva. Será una persona que primero actúe y después piense. Sus problemas de estómago se resolverían tratando esas dos emociones de manera que acepte las pérdidas y no las considere injusticias.
- Por el contrario una persona que no expresa la rabia justa por no dañar a otros y que acaba tragando abusos y manipulaciones puede padecer de úlceras de estómago a nivel físico y vivirá un gran sentimiento de culpa a nivel mental que podría llegar a la depresión en muchos casos. Aquí habría que trabajar ejercitando la rabia sana cuyo fin es la consecución de la justicia.
Estos dos casos son meros ejemplos de lo
que una buena gestión emocional aportaría a la salud. El mirar al paciente como
a un ser humano con emociones, ponerse en su lugar, entender sus circunstancias
y su entorno, es de gran ayuda y solventa cantidad de problemas. El paciente no
es un número, se siente escuchado y atendido, sus emociones son importantes y
cruciales a la hora de elaborar un buen diagnóstico.
Deberíamos hacer una reflexión sobre si queremos ser técnicos o humanos. Yo creo que lo uno no excluye lo otro. La suma de ambos puede crear resultados espectaculares. Ver la enfermedad como un síntoma de que alguna emoción es disfuncional aporta la coherencia necesaria en la eficacia del diagnóstico y de su posterior tratamiento".